ES2232522T3 - Estructuras mixtas resultantes de la incorporacion de una macromolecula biologica en una fase cristal-liquido de anfifilos. - Google Patents

Estructuras mixtas resultantes de la incorporacion de una macromolecula biologica en una fase cristal-liquido de anfifilos.

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ES2232522T3 ES00990090T ES00990090T ES2232522T3 ES 2232522 T3 ES2232522 T3 ES 2232522T3 ES 00990090 T ES00990090 T ES 00990090T ES 00990090 T ES00990090 T ES 00990090T ES 2232522 T3 ES2232522 T3 ES 2232522T3
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Abstract

Fase mixta estructurada formada por incorporación de macromoléculas biológicas dispuestas según una estructura cristal-líquido en una fase cristal- líquido de anfífilos, caracterizada por estar presente dicha macromolécula biológica en dicha fase mixta estructurada a razón de al menos un 5% en peso con respecto a los compuestos anfífilos que constituyen dicha fase cristal-líquido y por presentar una al menos de las dos entidades constituidas por la macromolécula biológica por una parte, y el conjunto de los compuestos anfífilos por otra parte, un carácter no cargado.

Description

Estructuras mixtas resultantes de la incorporación de una macromolécula biológica en una fase cristal-líquido de anfífilos.
La presente invención se relaciona con nuevos productos resultantes de la incorporación de macromoléculas biológicas, en particular de ADN, en una fase cristal-líquido de anfífilos, así como con los procedimientos de obtención de estos productos.
La medicina trata hasta el momento presente una enfermedad aportando una molécula exógena que va a corregir la disfunción en su causa, o al menos a anular o limitar sus consecuencias. Desgraciadamente, el empleo de la molécula activa utilizada en esta estrategia va acompañado, la mayor parte del tiempo, de efectos secundarios no deseables, que hacen que la terapia sea a veces inutilizable. Por otra parte, ciertas enfermedades, ligadas a una deficiencia o a un defecto genético, no pueden ser tratadas por una aproximación "química", ya sea porque la molécula activa no existe, ya sea porque es destruida antes de su acción o porque haría falta administrarla en dosis demasiado importantes o durante tiempos muy largos.
La terapia génica es una aproximación nueva para abordar estas insuficiencias de la medicina clásica. Consiste en reemplazar un gen deficiente o en aportar un nuevo gen que permita curar un estado patológico. Con una estrategia de este tipo, ya no se aporta medicamento, sino que se dan al organismos los medios para luchar contra la enfermedad o para corregir la deficiencia que da origen a la enfermedad.
Esta estrategia, que ha sido posible gracias a los progresos de la biología molecular, que han permitido la identificación y la síntesis de los genes de interés, necesita poder aportar el gen útil hasta su blanco celular, hacerlo penetrar después en la célula y finalmente hacerle expresarse. El gen debe ser vectorizado, es decir, introducido en un vector que va a hacerle traspasar las diferentes barreras que protegen al organismo y a la célula de la intrusión de material genético extraño. El vector ideal debe incorporar suficiente ADN (o ARN), protegerlo de los diferentes ataques químicos y enzimáticos encontrados in vivo, ser capaz de alcanzar el preferencialmente el blanco celular buscado, penetrar en la célula, por ejemplo, por endocitosis, proteger al ADN de las condiciones muy adversas encontradas en el endosoma, aportar el gen terapéutico hasta el núcleo y liberarlo permitiéndole expresarse, o mejor, integrarse en el genoma de la célula.
Los virus son vectores de ADN (o de ARN para los retrovirus) que responden perfectamente a la mayoría de estas constricciones. Están bien estudiados como vectores de genes para la terapia génica y forman objeto de numerosos ensayos clínicos. Tienen, sin embargo, un defecto importante, además de sus dificultades de manipulación y de producción a una escala importante, que consiste en la sospecha que pesa sobre su posibilidad de volverse virulentos y de provocar patologías nuevas incontrolables.
Una importante investigación está consagrada a la puesta a punto de vectores sintéticos que no presenten evidentemente ningún riesgo de virulencia. Los liposomas han sido muy estudiados en este sentido, pero sufren de sus defectos intrínsecos: muy débil estabilidad, gran dificultad de preparación, muy débil capacidad de encapsulación y muy débil, incluso inexistente, capacidad para transfectar el gen. Se ha desarrollado una nueva clase de liposomas, preparados a partir de lípidos catiónicos, que palia perfectamente los defectos de los liposomas: mejor estabilidad, simplicidad de preparación y tasa de transfección significativa, aunque muy débil con respecto a los virus. Sin embargo, estas asociaciones entre lípidos catiónicos y nucleótidos no son liposomas en sentido estricto, sino que son más bien complejos entre el nucleótido, cargado negativamente, y el lípido, cargado positivamente (M. Schmutz y col., PNAS 96, p. 12293 (1999)).
La solicitud internacional WO 98/02144 dice que es posible integrar un nucleótido en vesículas multilamelares con estructura en cebolla, protegerlo y transportarlo, permitiendo así su transfección intracelular.
Más recientemente, la patente FR 2.766.706 describió vesículas multilamelares enrolladas, a base de mezclas de lípidos aniónicos y catiónicos, y su aplicación para transfectar nucleótidos.
También se conocen vectores de administración de macromoléculas en forma de liposomas o de vesículas por WO 9.707.784, WO 9.509.610 y WO 9.823.260.
La utilización de liposomas para vectorizar el ADN o los genes se topa, entre otros, con la imposibilidad de introducir una cantidad suficiente de nucleótidos en el liposoma. Para los liposomas clásicos, así como para los liposomas multilamelares, o bien las vesículas con estructura en cebolla, cuyo tamaño es del orden del micrómetro, es fácilmente concebible que la molécula de ADN tenga dificultades para incorporarse, siendo su tamaño del mismo orden de tamaño. Existe, pues, necesidad de compactar la molécula para hacerle adoptar una conformación replegada, que le dé un tamaño aparente compatible con la encapsulación en estas vesículas lipídicas.
Al estar el ADN cargado negativamente, esta compactación es realizada en la naturaleza mediante la utilización de histonas, proteínas catiónicas que acomplejan el ADN y llevan a partículas de tamaño muy pequeño (inferior a 100 nm). De forma artificial, tales moléculas, así como otras moléculas catiónicas, han sido utilizadas para compactar el ADN con el fin de permitirle incorporarse en vesículas lipídicas de tipo liposoma o vesícula multilamelar.
Los trabajos sobre la encapsulación del ADN mediante liposomas a base de lípidos neutros fueron completamente abandonados a causa de su débil poder de encapsulación (<5%). Los trabajos actuales se basan en la utilización de moléculas catiónicas, ya sean tensoactivos, ya sean polímeros, con el fin de formar complejos con el ADN susceptibles de proteger esta molécula y de permitir su transfección, realizando a la vez la compactación de la molécula de ADN y su vectorización. Las partículas así obtenidas son con frecuencia denominadas liposomas catiónicos, aunque su modo de preparación y su formulación sean bastante diferentes de los liposomas clásicos.
Trabajos muy recientes (véanse, por ejemplo, I. Koltover y col., Science, 281, p. 78, 1998; J.O. Räder y col., Science, 275, p. 810, 1997; T. Salditt y col., Physical Review Letters, 79, p. 2582, 1997) demostraron que, en estos complejos, el ADN formaba fases de simetría cristal-líquido, viniendo a intercalarse con la fase cristal-líquido formada por los tensoactivos catiónicos.
Se han identificado varias simetrías y las experiencias de difracción de rayos X (sincrotrón) muestran claramente la superposición de los diagramas de difracción de cada uno de los sistemas de tensoactivos y de ADN. Se han utilizado diversos lípidos catiónicos, que dan lugar a simetrías diferentes de la fase cristal-líquido de los lípidos. Los trabajos citados han puesto en evidencia la importancia del papel de la carga de los lípidos, así como del de la carga total del complejo, que puede ser positiva o negativa según la proporción entre lípidos catiónicos y ADN negativo. Además, se sugiere que estas estructuras de fases cristal-líquido intercaladas tienen un papel importante en los resultados obtenidos en transfección.
Los anfífilos, comúnmente llamados tensoactivos, tienen la capacidad, cuando se introducen en un solvente, por ejemplo agua, de autoasociarse para formar fases estructuradas u organizadas. Entre estas fases, se distinguen, en particular, las fases cristal-líquido, termodinámicamente estables, que presentan un orden cristalográfico parcial (en una o dos direcciones del espacio), como las fases lamelares (o esmécticas), que tienen un orden unidimensional, o las fases hexagonales, que presentan un orden bidimensional. Existen también fases que presentan un orden cristalino como la fase cúbica. Estas fases son frecuentemente llamadas liotropas, ya que su aparición y su estabilidad dependen de la concentración del anfífilo en el solvente. Pueden ser también termotropas si su dominio de existencia depende de la temperatura. Se puede encontrar una descripción de estas fases en C.L. Khetrapol y col., Nuclear magnetic resonance studies in lyotropic liquid-crystals, 1975. A continuación, utilizaremos el término fase estructurada para describir de un modo general estas fases, salvo en el caso de que la simetría de la fase esté explícitamente indicada.
Los inventores de la presente invención han descubierto ahora que era posible obtener estructuras de fases cristal-líquido intercaladas de ADN y de tensoactivos, sin tener necesidad de utilizar lípidos catiónicos. Contrariamente a lo que se indicaba en la literatura, y de forma totalmente sorprendente, la mezcla de una fase cristal-líquido de tensoactivo neutro, por ejemplo zwitteriónico, por ejemplo de una fase lamelar, con el ADN puede dar lugar, en determinadas condiciones, a la formación de una fase mixta, en la cual los tensoactivos forman hojuelas lamelares apiladas según una simetría esméctica, en el seno de las cuales se intercalan moléculas de ADN, ellas mismas dispuestas según una simetría cristal-líquido de tipo nemático. Lo que es más, y de manera aún más sorprendente, estos resultados son obtenidos únicamente cuando se introduce una gran cantidad de ADN en la fase lamelar, incluso aunque sea difícil de introducir con un buen rendimiento una pequeña cantidad de ADN en la fase lamelar.
Continuando con sus investigaciones, los inventores de la presente invención han podido establecer que era de igual modo posible introducir diferentes macromoléculas biológicas, en particular macromoléculas nucleotídicas, proteínas o polisacáridos, en fases estructuradas, y ello sin interacción de tipo electrostático entre dichas macromoléculas y los componentes de la fase estructurada, a condición, sin embargo, de introducir una cantidad suficiente de estas macromoléculas en el seno de esta fase estructurada.
Entre las macromoléculas nucleotídicas constituidas por encadenamiento de nucleótidos y muy frecuentemente designadas bajo el vocablo genérico "nucleótido", se distinguen, según la presente invención, los oligonucleótidos que comprenden generalmente de 10 a 30 grupos nucleotídicos de base y como máximo 100 y los polinucleótidos que comprenden un número más grande de grupos nucleotídicos de base, generalmente más de 100 pares de base y con frecuencia más de 1.000. Incluso aunque no excluya el caso de los oligonucleótidos tales como los definidos anteriormente, la invención se aplica muy en particular a las macromoléculas de tipo polinucleótido tales como las definidas anteriormente y, en particular, al ADN.
Así pues, los inventores han podido extender los resultados concernientes a la introducción del ADN en fase concentrada en una fase estructurada a otros polímeros biológicos.
La invención ha hecho así posible la incorporación de macromoléculas en una fase estructurada formada por membranas de tensoactivos, incluso aunque estas macromoléculas presenten un tamaño característico superior al espacio entre las lamelas anfifílicas de esta fase de tensoactivos. La macromolécula se halla introducida bajo una forma concentrada en la nueva estructura de la invención y se encuentra, pues, en una gran concentración en el sistema final formado.
Así, la invención conduce a una mezcla estructurada, en adelante llamada fase mixta estructurada, formada por incorporación en una fase cristal- líquido de anfífilos, de macromoléculas cuyo tamaño característico es superior al de la fase cristal-líquido y cuya razón de masa con respecto a los anfífilos es superior al 5%, sin intervención de interacción electrostática entre las macromoléculas y los anfífilos.
Es siempre posible definir un tamaño característico de la macromolécula, pero éste depende de la naturaleza de esta macromolécula. De forma general, se puede citar el radio de giro, medido, por ejemplo, a partir de experimentos de difusión estática de la luz. Más concretamente en el caso de las proteínas, se tomará el radio de giro de la proteína no desnaturalizada, acompañándose la desnaturalización, en general, de una variación de este radio. En el caso del ADN, se trata de la longitud de la molécula no condensada y se obtiene simplemente a partir de la longitud característica de un par de bases (3,4 A), multiplicando por el número de pares de bases.
Se puede también definir siempre una longitud característica para la fase cristal-líquido. De un modo general, se tratará del tamaño de la red cristalina, mono- o bidimensional. Está emparentado con el vector de onda de los picos de difracción de los rayos X. Más concretamente, y a modo de ejemplos, en el caso de la fase lamelar, éste será la periodicidad de apilamiento de las lamelas; en el caso de la fase hexagonal, se tratará de la distancia entre tubos de tensoactivos.
El principal interés de la invención es que proporciona un medio para formar estructuras concentradas en macromoléculas biológicas sin recurrir, como es conocido en la técnica anterior, a una incorporación en la cual la fuerza motriz es de naturaleza electrostática. La invención permite, pues, librarse de las cargas eléctricas que, en la técnica anterior, vienen a perturbar la actividad biológica del complejo formado, provocando, por ejemplo, la adhesión de estos compuestos a las paredes de las células y su captura por proteínas plasmáticas.
Además, como se deduce de la descripción que se da a continuación, la invención permite también preparar, a partir de estas estructuras mixtas, vesículas multilamelares que incorporan dichas macromoléculas con razones de encapsulación a la vez elevadas y controlables.
Así, según una de sus características esenciales, la invención se relaciona con una fase mixta estructurada formada por la incorporación de una macromolécula biológica en una fase cristal-líquido a base de compuestos anfífilos, en la cual dicha macromolécula biológica está presente en dicha fase mixta estructurada a razón de al menos un 5% en peso con respecto a los compuestos anfífilos y una al menos de las dos entidades constituidas por la macromolécula biológica por una parte, y el conjunto de los compuestos anfífilos por otra parte, presenta un carácter no cargado.
Según una variante particularmente ventajosa de la invención, la fase cristal-líquido de anfífilos es una fase cristal-líquido lamelar.
Las fases mixtas estructuradas de la presente invención son mezclas en las cuales la macromolécula viene a intercalarse de una forma ordenada a larga distancia en una fase de anfífilos, a su vez ordenada a larga distancia, de tipo cristal-líquido.
Por fase cristal-líquido, se entiende una fase cristal-líquido obtenida por mezcla de anfífilos. Tal fase puede caracterizarse, en general, por su composición, por una parte, y por una dimensión característica, por ejemplo su paso esméctico, que es la distancia entre las lamelas de dicha fase en el caso de la fase lamelar, por otra parte.
Por anfífilo no cargado, se entiende una molécula que presenta un carácter anfífilo, pero cuya carga global es neutra. Incluye moléculas no iónicas, pero también moléculas anfotéricas en las cuales las cargas positivas y negativas se compensan en el seno de la misma estructura química, y no gracias a un contraión móvil.
Como se ha expuesto con anterioridad, es, en efecto, del todosorprendente haber conseguido incorporar en el seno de tal fase macromoléculas biológicas que presentan dimensiones características muy superiores a las de la fase cristal-líquido, y ello sin recurrir a interacciones electrostáticas.
En efecto, la invención ha permitido introducir cantidades importantes de ADN, o más generalmente de macromoléculas nucleotídicas o de macromoléculas biológicas en fases cristal-líquido a base de tensoactivos no cargados, es decir, en condiciones en las cuales, contrariamente a lo que se ha hecho en la técnica anterior, no hay ninguna interacción de tipo electrostático entre los tensoactivos y las macromoléculas.
También ha sido posible, en el marco de la invención, introducir macromoléculas no cargadas en fases cristal-liquido a base de tensoactivos, por consiguiente también, sin que haya interacción electrostática que permita explicar dicha introducción y ello mientras que dichas macromoléculas son netamente más "voluminosas" que la distancia entre las lamelas de la fase cristal-líquido y sin deformación notable de dicha fase.
Las macromoléculas biológicas contempladas por la presente invención son esencialmente, como se ha expuesto anteriormente, encadenamientos de nucleótidos y, en particular, encadenamientos de tipo "polinucleotídico" tales como los definidos anteriormente, de proteínas o de polisacáridos.
Los polinucleótidos son macromoléculas formadas por la sucesión de las bases constitutivas del código genético. Se distinguen principalmente el ADN y el ARN. Se trata de macromoléculas de tamaño muy grande, cuya longitud puede alcanzar los 10 \mum. Por su estructura química, los polinucleótidos llevan siempre cargas negativas, contrarrestadas por cationes.
Las proteínas son macromoléculas formadas por el ensamblaje de aminoácidos. Su masa molar puede ir hasta más de 200.000 Da, con radios de giro que pueden alcanzar varios cientos de Angströms. Las proteínas pueden ser catiónicas, neutras o aniónicas según la naturaleza y la proporción de los diferentes aminoácidos que las componen, pero también en función del pH, protonándose y desprotonándose las funciones ácido y amina en función del pH. Sin embargo, la mayoría de las proteínas, en condiciones normales de pH (próximas a la neutralidad), son aniónicas.
Los polisacáridos están formados por cadenas sacarídicas, que van de varias unidades de azúcar a varios millones. Los tamaños pueden ser así extremadamente variados y alcanzar dimensiones cuasi macroscópicas. Según la naturaleza de las funciones químicas que substituyen a los núcleos sacarídicos, y en función del pH, los polisacáridos pueden presentar diferentes cargas eléctricas.
Incluso aunque la invención presente un interés muy particular en el caso de las macromoléculas biológicas cuyo radio de giro es muy netamente superior a la distancia entre las lamelas anfifílicas de la fase cristal-líquido, no se limita, sin embargo, a tales macromoléculas.
Cualquier tensoactivo susceptible, en mezcla, por ejemplo, con agua, de formar una fase cristal-líquido puede ser utilizado en la invención. En las aplicaciones biológicas preferidas, se tendrá cuidado de utilizar anfífilos compatibles con la aplicación, y en particular débilmente tóxicos y bien tolerados, en particular a nivel celular. La invención no se restringe a un tensoactivo particular o a una familia particular de tensoactivos, sino a una propiedad intrínseca de las fases organizadas de tensoactivos. Los anfífilos utilizables son ventajosamente seleccionados entre el grupo constituido por:
\blacklozenge
glicerolípidos, en particular glicerolípidos fosfolipídicos, hidrogenados o no;
\blacklozenge
ácidos grasos C_{6} a C_{30}, saturados o mono- o polinsaturados, lineales o ramificados, etoxilados o no, en forma de ácido o de sal de un metal alcalino o alcalinotérreo o de una amina;
\blacklozenge
ésteres etoxilados o no de sacarosa, o de sorbitol, o de manitol, o de glicerol, o de poliglicerol que contienen de 2 a 20 unidades de glicerol o de glicol de estos mismos ácidos grasos;
\blacklozenge
mono-, di- o triglicéridos o mezclas de glicéridos de estos mismos ácidos grasos;
\blacklozenge
alcoholes grasos C_{6} a C_{30}, saturados o mono- o poliinsaturados, lineales o ramificados, etoxilados o no;
\blacklozenge
colesterol y sus derivados, en particular los ésteres de colesterol cargados o neutros, como el sulfato de colesterol;
\blacklozenge
otros derivados con esqueleto de esterol, en particular los de origen vegetal, tales como el sitosterol o el sigmasterol;
\blacklozenge
éteres, etoxilados o no, de sacarosa, o de sorbitol, o de manitol, o de glicerol, o de poliglicerol que contienen de 2 a 20 unidades de glicerol o de glicol y de estos mismos alcoholes grasos;
\blacklozenge
aceites vegetales polietoxilados, hidrogenados o no hidrogenados;
\blacklozenge
polímeros secuenciados de polioxietileno y de polioxipropileno (poloxámeros);
\blacklozenge
hidroxiestearato de polietilenglicol;
\blacklozenge
esfingolípidos y derivados de la esfingosina;
\blacklozenge
polialquilglucósidos;
\blacklozenge
ceramidas;
\blacklozenge
copolímeros de polietilenglicol y de alquilglicol, por ejemplo, los copolímeros de la familia de los ELFACOS de AKZO NOBEL, y
\blacklozenge
copolímeros de di- o tribloques de éteres de polietilenglicol y de polialquilenglicol, por ejemplo los copolímeros de la familia de los ARLACELL de ICI.
Estos anfífilos o tensoactivos pueden ser utilizados solos o en mezcla. Entre estos anfífilos, algunos pueden formar por sí mismos una fase cristal-líquido, por ejemplo lamelar, por mezcla con un solvente polar. Otros son utilizados únicamente en mezcla, en proporción más débil, para aportar propiedades de rigidez o de elasticidad a la fase cristal-líquido.
El experto en la técnica sabrá escoger las moléculas con mayor probabilidad de formar una fase cristal-líquido entre estas moléculas y controlar la formación de dicha fase cristal-líquido por microscopía óptica. Se hará notar que la mayor parte de los tensoactivos antes citados no están cargados y no son, pues, susceptibles de intervenir por una interacción electrostática en la condensación de la macromolécula que se desea insertar en la fase cristal-líquido. Tales tensoactivos no cargados están, pues, adaptados a la incorporación de macromoléculas cargadas, tales como el ADN. En la lista dada anteriormente, algunos tensoactivos presentan una carga; es el caso, en particular, de las sales de ácidos grasos o de ciertos fosfolípidos o de los derivados de la esfingosina, que podrán ser utilizados para la incorporación de macromoléculas no cargadas en las fases mixtas de la invención.
Como se ha expuesto anteriormente, una de las características esenciales de la invención es que permite hacer estructuras concentradas en macromoléculas sin tener que recurrir a fuerzas electrostáticas. Así, cuando la macromolécula presente un carácter iónico, se utilizarán, según la invención, agentes anfífilos no cargados. Sin embargo, se podrá admitir también según la invención la introducción en las composiciones de la invención de cantidades relativamente bajas de productos con carácter iónico para conferir, por ejemplo, propiedades particulares a la estructura mixta de la invención o a las vesículas obtenidas por dispersión de esta estructura mixta (como se deduce de la descripción que se da a continuación). En este caso, se distinguirá el tensoactivo principal, que no tiene necesidad de presentar una ionicidad cualquiera, del aditivo eventualmente iónico añadido con el fin de modificar las propiedades, por ejemplo las propiedades de adhesión a las paredes celulares, de la estructura formada. Esta distinción es fácil de realizar, ya que la estructura original de la invención, obtenida por incorporación de una gran cantidad de macromolécula biológica en el seno de una fase cristal-líquido, puede ser obtenida en ausencia del aditivo, pero evidentemente no en ausencia del tensoactivo principal.
Es, pues, importante observar que, más que la noción de cantidad relativa entre el tensoactivo principal y el aditivo, es el papel respectivo de cada uno lo que los distingue. El aditivo, que podrá ser a su vez un tensoactivo o bien un polímero, por ejemplo, podrá ser iónico. En este caso, podrá ser o bien incluido en la estructura, o bien injertado o adsorbido en la superficie. El aditivo podrá así aportar, por ejemplo, una propiedad de adhesión de superficie interesante para favorecer la captura de la mezcla que incluye la macromolécula por una célula.
El modo de preparación preferido de estas nuevas estructuras es muy similar al de las vesículas multilamelares de tensoactivos.
De forma general, este procedimiento comprende las siguientes etapas:
-
preparación de una mezcla homogénea que contiene los compuestos anfífilos y la macromolécula, estando presente dicha macromolécula en proporciones ponderales de al menos un 5% con respecto a dichos compuestos anfífilos;
-
incorporación de una cantidad adecuada de medio acuoso o polar para formar una fase cristal-líquido con dichos compuestos anfífilos.
La cantidad adecuada de medio acuoso podrá ser controlada por microscopía óptica o polar, que permite poner en evidencia la formación de la fase cristal-líquido.
El valor del 5% dado anteriormente es un valor mínimo para obtener la fase mixta estructurada de la invención. El experto en la técnica comprenderá fácilmente que los valores óptimos de esta razón varían con la naturaleza de la macromolécula y sus dimensiones, así como con la naturaleza de los agentes anfífilos utilizados. De forma general, se ha constatado que la incorporación de la macromolécula en la fase cristal-líquido se hacía tanto mejor cuanto mayor era la cantidad de macromolécula introducida. Los valores límite que se pueden encontrar están más ligados a consideraciones de orden práctico, en particular las concentraciones máximas de macromolécula que conducen a soluciones o dispersiones bastante fluidas para ser manipuladas, que a consideraciones teóricas. Se puede, sin embargo, imaginar fácilmente que una razón 1/1 entre tensoactivo y macromolécula es un límite razonable, si no es absoluto.
Así, en el caso de la preparación de una fase mixta estructurada según la invención que contiene una macromolécula constituida por un encadenamiento de grupos nucleotídicos, en particular de ADN, el modo de preparación preferido es muy similar al de las vesículas multilamelares de tensoactivos. Consiste en preparar una fase lamelar a partir de un tensoactivo o de una mezcla de tensoactivos y de una fase acuosa. La fase acuosa contiene al menos un soluto bastante concentrado de dicha macromolécula, en particular de una molécula de ADN o de ARN.
La razón \rho en masa entre anfífilos y macromoléculas nucleotídicas está comprendida entre 20 y 1, preferiblemente entre 5 y 1 (lo que significa que, para 1 g de tensoactivo, se tienen de 0,2 g a 1 g de macromolécula nucleotídica).
La mezcla para preparar la fase lamelar puede hacerse en una sola etapa, pesando todos los componentes por separado y añadiéndolos conjuntamente. En este caso, se puede proceder opcionalmente, con el fin de favorecer la homogeneidad de la mezcla, a uno o varios ciclos de congelación/descongelación y/o uno o varios ciclos de liofilización y rehidratación.
Si determinados componentes de la mezcla son difíciles de solubilizar (por ejemplo, el colesterol), se puede utilizar también eventualmente un solvente, por ejemplo un alcohol o un solvente clorado, o una mezcla de estos solventes, con el fin de disolver estos componentes y luego, tras la evaporación, obtener una mezcla homogénea de estos componentes, que dará, por hidratación, la fase cristal- líquido, preferiblemente lamelar.
El método exacto de preparación no es crítico para el éxito en la incorporación, a condición de que la fase cristal-líquido, preferiblemente lamelar, esté concentrada y de que no haya exceso de solvente (fase acuosa) y se pueden utilizar determinados métodos clásicos utilizados para aumentar la tasa de encapsulación de un producto en los liposomas u otras vesículas multilamelares de fosfolípidos o de otros anfífilos no cargados. Se verá de evitar, sin embargo, cualquier exceso de agua o de solvente acuoso o polar, que podría conducir directamente a la formación de vesículas de tipo liposoma clásico. La cantidad de agua o de medio acuoso o de solvente polar deberá corresponderse, en efecto, como se ha indicado anteriormente, a la cantidad adecuada para formar una fase cristal-líquido, en particular una fase cristal-líquido lamelar.
Los ensayos realizados por los inventores de la presente invención han permitido caracterizar claramente las nuevas estructuras formadas, y ello apoyándose en los resultados obtenidos en la difracción de rayos X de las fases obtenidas por mezcla de tensoactivos y de macromoléculas a diferentes concentraciones, trazando así el diagrama de fase del sistema agua/tensoactivo/macro-molécula, así como en el análisis de la densidad electrónica deducida de las intensidades de los picos de difracción.
Los diferentes resultados obtenidos resultantes de la descripción y de los ejemplos que siguen son dados igualmente en relación a las figuras 1 a 5 adjuntas, que representan, respectivamente:
Figuras 1A a 1D: La intensidad de difracción de rayos X (sincrotrón) de las fases lamelares con un 50% de agua en función del vector de onda q (q=4\pi sin\theta/\lambda) para diferentes razones de masa lípido/ADN, p.
- Figura 1A: \rho = \infty (ausencia de ADN).
- Figura 1B: \rho = 80,
- Figura 1C: \rho = 20 y
- Figura 1D: \rho = 2. En la Figura 1D, el pico de correlación entre las hebras de ADN está indicado mediante una flecha en la inserción.
Figura 2A: El perfil de densidad electrónica a lo largo del eje de apilamiento de las capas de lípidos para la fase lamelar a \rho = 2 y 47,4% de H_{2}O (línea continua). Para la comparación, se muestra igualmente (línea de puntos) el perfil de densidad electrónica de una fase lamelar en ausencia de ADN.
Figura 2B: Una representación esquemática de la fase lamelar que contiene el ADN organizado (L^{c}_{\alpha}). La flecha larga horizontal indica la distancia de repetición de la fase lamelar (alrededor de 80\ring{A}) y la flecha corta vertical indica la distancia entre hebras de ADN (30 a 40\ring{A}).
Figura 3: La tasa de encapsulación (medida como la cantidad de ADN encapsulado en el interior con respecto a la cantidad total de ADN incorporado en la formulación) de las vesículas obtenidas a partir de una fase L^{c}_{\alpha} con \rho = 2, en función de la osmolaridad (expresada en miliosmomoles) del medio de dispersión.
Figura 4: El perfil de difracción sincrotrón de rayos X de las vesículas obtenidas a partir de la fase L^{c}_{\alpha} a \rho = 2 y 50% de H_{2}O, dispersadas en un medio a 603 (línea continua) y 1.457 (línea de puntos) mOsm. Las flechas de la inserción indican los picos de correlación entre hebras de ADN.
Figura 5: La razón de masa lípido/ADN encapsulado, \rho*, de las vesículas que contienen ADN a \cong 150 pb (gris obscuro) o un plásmido de 5.581 pb (gris claro) determinada tras la dilución de las vesículas en un tampón PBS a 300 mOsm en función de la razón de masa lípido/ADN, \rho, de la fase lamelar.
A continuación, se dan los resultados obtenidos en el caso del ADN. Esta molécula fue seleccionada por dos razones. La primera, porque existía una imposibilidad cierta de encapsular en microvesículas no catiónicas cantidades útiles de ADN. La segunda, porque, desde un punto de vista demostrativo, el ADN, por su muy gran longitud y su estructura particular, es ciertamente el reto más difícil de resolver. El experto en la técnica comprenderá que, si se pueden encapsular por este método grandes cantidades de ADN, molécula particularmente embarazosa, la generalización a las otras macromoléculas, como las proteínas o los polisacáridos, cuyo comportamiento es más común, no presenta dificultades mayores.
La principal prueba experimental de la incorporación de la macromolécula nucleotídica en la fase lamelar es obtenida por difracción de rayos X. En efecto, la fase lamelar, como toda fase cristal-líquido, que presenta un período de repetición a lo largo del eje de apilamiento, va a dar una señal en la difracción de rayos X, llamada pico de Bragg. La posición de este pico de difracción (expresada en ángulo de difracción, o en vector de onda q) depende directamente de la distancia de repetición. Además, las intensidades de los picos están ligadas al perfil de densidad electrónica de la unidad repetitiva.
Las observaciones en difracción de rayos X fueron efectuadas para diferentes valores de la razón de masa lípidos/ADN, \rho, y de concentración de agua de las muestras. Se dan cuatro gráficos de difracción con hidratación constante (50% de agua) (véanse las Figuras 1A a 1D): en ausencia de ADN, para \rho = 80 (débil carga de ADN), \rho = 20 (carga media de ADN) y \rho = 2 (fuerte carga de ADN).
Para el sistema en ausencia de ADN, o para bajas cantidades de ADN, se observan picos de Bragg característicos de una fase lamelar (véanse las Figuras 1A y 1B). La distancia de repetición a \rho = 80 (\cong 59\ring{A}) está ligeramente reducida con respecto al sistema en ausencia de ADN (\cong 63\ring{A}), probablemente a causa de una deshidratación parcial de la fase lamelar debida a la presencia de ADN no incorporado.
Para \rho = 20, se observa la coexistencia de dos sistemas de difracción, que revela la coexistencia de dos fases lamelares (véase la Figura 1C), una desprovista de ADN, con una distancia de repetición más débil (\cong 53\ring{A}) que la fase lamelar en ausencia de ADN, y la otra enriquecida en ADN, que muestra un aumento muy grande de la distancia de repetición (\cong 129\ring{A}).
Para \rho = 2, se observa la existencia de un solo sistema lamelar, con una distancia de repetición aumentada (\cong 77\ring{A}) con respecto a la fase lamelar que no contiene ADN (véase la Figura 1D). Además, se observa un pico de correlación entre hebras de ADN (\cong 32\ring{A}). Este pico se desplaza al cambiar la cantidad de ADN en la fase lamelar, demostrando que el ADN se incorpora efectivamente en la fase lamelar de lípidos en forma ordenada. Además, se ha observado que, haciendo variar la concentración de agua de tal sistema, las dos distancias de repetición, la de la fase lamelar y la de la distancia de correlación entre moléculas de ADN, variaban de la misma manera. Se deduce de ello la existencia, sorprendente, a alta concentración de ADN (el fenómeno es observable para \rho < 6), de una red de ADN intercalada entre las capas de la red de lípidos.
Se deduce otra prueba de la existencia de este sistema mixto de redes intercaladas de fase lamelar de lípido y de fase organizada de ADN del análisis de la densidad electrónica, a partir de las intensidades de los picos de difracción. En la Figura 2, se da el perfil de densidad electrónica de una fase lamelar lípido/ADN/agua (\rho = 2) a lo largo del eje de apilamiento de las capas de lípidos. Con fines comparativos, se muestra también en la figura mediante línea de puntos un perfil de densidad electrónica de una fase lamelar en ausencia de ADN. La diferencia mayor entre estos dos perfiles es la presencia de un hombro de fuerte densidad electrónica a aproximadamente 40\ring{A} del centro de la bicapa lipídica y de una anchura a media altura próxima a 10\ring{A}. Esto es compatible con la presencia de moléculas de ADN intercaladas en la fase acuosa entre las bicapas de lípidos. A continuación, se llamará a esta fase lamelar que contiene ADN organizado L^{c}_{\alpha}.
Estas observaciones son del todo similares a las que se habían hecho con los lípidos catiónicos (véanse I. Koltover y col., Science, 281, p. 78, 1998; J.O. Räder y col., Science, 275, p. 810, 1997; T. Salditt y col., Physical Review Letters, 79, p. 2582, 1997), pero, de forma totalmente inesperada, este fenómeno es obtenido para fases de tensoactivos no cargados.
Este resultado es sorprendente, ya que las explicaciones avanzadas por los autores de los trabajos sobre la incorporación de ADN en fases lamelares de lípidos catiónicos estaban ligadas a la presencia de fuertes interacciones iónicas entre los lípidos y el nucleótido. En el caso de la invención, tales interacciones no existen y la explicación conocida por el experto en la técnica no es, por lo tanto, válida. Sin que eso constituya una prueba, ni una explicación del fenómeno observado, se puede avanzar que, en el caso de la invención, la estabilidad termodinámica de la construcción obtenida (red mixta de lípidos y de ADN) únicamente a fuerte concentración de ADN podría estar ligada a la baja pérdida de entropía de un sistema de este tipo, en donde los dos subconjuntos están ordenados, con respecto a un sistema menos concentrado, en donde este término entrópico no sería tan eficaz.
Las nuevas estructuras puestas en evidencia en el marco de la presente invención antes descritas se revelan como particularmente interesantes por la posibilidad de transformar estas nuevas estructuras, por dispersión, en vesículas multilamelares con estructura en cebolla, que incorporan en su seno dichas macromoléculas a concentraciones nunca observadas hasta la fecha.
Así, según otro de sus aspectos, la invención se relaciona con vesículas obtenidas a partir de los medios mixtos de la invención, por simple dispersión de este medio, así como con un procedimiento para preparar estas vesículas y, en particular, para manipular la tasa de encapsulación de las macromoléculas en el seno de dichas vesículas.
Los ensayos realizados por los inventores de la presente invención han permitido, en efecto, evidenciar claramente la presencia efectiva de las macromoléculas en la fase lamelar, incluso tras la dispersión de ésta en medio acuoso, es decir, en condiciones en las que la fase L^{c}_{\alpha} es termodinámicamente inestable.
Además, los ensayos realizados por los inventores de la presente invención han permitido mostrar como, actuando sobre la fuerza iónica del medio de dispersión, se podía actuar sobre la tasa de encapsulación de dicha macromolécula en el seno de dichas vesículas.
Se dan a continuación los resultados obtenidos con el ADN. Como se ha indicado anteriormente, la generalización a las otras macromoléculas biológicas no presenta dificultades, siendo el comportamiento de estas macromoléculas siempre más simple que el del ADN. Las consideraciones de influencia de la fuerza iónica sobre la variación de la tasa de encapsulación son directamente extrapolables a estas macromoléculas, estando el fenómeno más ligado a las presiones osmóticas engendradas por las diferencias de fuerza iónica y a sus consecuencias sobre la integridad de las vesículas que a la influencia de ésta sobre la conformación de la macromolécula.
También se realizaron experimentos para verificar la presencia efectiva del ADN en la fase lamelar, incluso tras la dispersión de ésta en medio acuoso, es decir, en condiciones en las que la fase L^{c}_{\alpha} es termodinámicamente inestable. Se mostró que, teniendo en cuenta la muy elevada concentración de ADN en la fase lamelar de lípido, que conlleva una osmolaridad importante, es indispensable dispersar la fase lamelar que contiene el ADN en un medio acuoso de fuerza iónica suficiente. Se obtuvo esto por utilización de un tampón acuoso como medio de dispersión. Se da el resultado en la curva representada en la Figura 3, donde se da el rendimiento de encapsulación (medido como la cantidad de ADN encapsulada en el interior con respecto a la cantidad total de ADN incorporada a la formulación) en función de la osmolaridad del medio de dispersión. A continuación, la unidad utilizada para la osmolaridad es el miliosmomol (mOsm), unidad habitualmente utilizada en el ámbito biológico. Esta unidad está ligada al pascal por una relación lineal: 100 mOsm = 2,4777.10^{5} Pa.
Se observa que, para una osmolaridad superior a \cong 500 miliosmomoles, el rendimiento de encapsulación es constante a alrededor del 70%, pero se observará igualmente que ya se obtiene una buena tasa de encapsulación de aproximadamente el 60% a 300 mOsm (medio fisiológico).
Además, hemos demostrado un fenómeno sorprendente. Es posible dispersar las vesículas de la invención a una osmolaridad superior a la del medio fisiológico con el fin de optimizar la tasa de encapsulación del ADN y diluirlas luego en un medio fisiológico sin pérdida del ADN encapsulado. Hemos demostrado, además, que el ADN encapsulado en las vesículas según la invención a base de lípidos neutros está, en efecto, protegido contra su degradación por la ADNasa y que estas dispersiones tienen una muy buena estabilidad (disminución de la tasa de encapsulación de aproximadamente un 70% a aproximadamente un 60% después de un mes).
De un modo más general, las dispersiones de vesículas de la invención pueden ser obtenidas en un procedimiento que comprende las siguientes etapas:
-
dispersión en un medio de la misma osmolaridad que el medio interno y
-
modificación de la osmolaridad del medio externo por adición de sal o de agua o por diálisis con el fin de obtener la osmolaridad deseada.
La integridad de la fase L^{c}_{\alpha} tras la dispersión en forma de vesículas fue igualmente verificada por difracción de rayos X. Los resultados aparecen en la Figura 4. Se puede notar que el pico de correlación entre hebras de ADN es aún observable. La distancia de repetición de las bicapas lipídicas y del ADN se modifica en función de la presión osmótica del medio dispersante. Esto demuestra claramente que la distribución molecular se conserva incluso después de la dispersión.
En la Figura 5, se representa la evolución de la razón de masa lípido/ADN encapsulado en las vesículas según la invención dispersas en medio fisiológico, \rho*, en función de la razón de masa lípido/ADN de la fase L^{c}_{\alpha} antes de la dispersión, \rho, para dos tipos de ADN. La representación del poder de encapsulación por \rho*, más que por el porcentaje de tasa de encapsulación es más astuta, ya que esto corresponde directamente a la cantidad de ADN en el vector. Para el ADN corto (\approx150 p.b.), así como para el plásmido (5.581 p.b.), \rho* disminuye (la cantidad de ADN en el vector aumenta) con la disminución de \rho de la fase L^{c}_{\alpha}. El poder de encapsulación de las vesículas de la invención a base de lípido neutro es menor para el plásmido grande que para el ADN corto, pero se esperan, no obstante, \rho* del orden de 6 y, por lo tanto, la encapsulación de cantidades importantes de plásmido.
Las aplicaciones de esta técnica son muy importantes en el campo de la vectorización de genes para la terapia génica. En efecto, el hecho de poder incorporar una gran cantidad de macromoléculas nucleotídicas con un muy buen rendimiento de encapsulación es una condición importante del éxito de tales aproximaciones. Pero, además, el hecho de no tener que utilizar lípidos catiónicos permite la utilización de tales sistemas in vivo, donde los catiónicos son rápidamente captados por las proteínas y, por lo tanto, resultan ineficaces. Además, los lípidos neutros tienen una citotoxicidad mucho más débil que los lípidos catiónicos.
Estas consideraciones de captura por las proteínas circulantes, de adhesión a las paredes celulares y de citotoxicidad son evidentemente independientes de la naturaleza de la macromolécula incorporada a la vesícula.
Ejemplos Producto
Las materias primas utilizadas en los ejemplos son las siguientes:
1,2-Diacilglicerofosfatidilcolina de soja (Avanti Polar Lipid)
Alcohol láurico etoxilado con 4 óxidos de etileno (C12E4) (SEPPIC)
1-Monooleil-rac-glicerol (monooleína) (Sigma)
Yoduro de YOYO-1 (Molecular Probes)
ADNasa tipo 1 (Amersham France)
ADN altamente polimerizado de timo de ternera (Sigma)
Plásmido pCMV LUCIFERASI (Qiagen GmbH)
El ADN de timo de ternera fue tratado con ultrasonidos para obtener fragmentos de dobles hebras de la longitud de persistencia del ADN. El tamaño de estos fragmentos fue verificado como próximo a 150 pares de bases (pb) por electroforesis en gel de agarosa.
En todos los ejemplos, los porcentajes son en masa.
Mezcla de los componentes anfífilos
Se prepararon las diferentes fases lamelares como sigue:
Con el fin de simplificar la preparación, es posible preparar previamente una mezcla stock de los diferentes tensoactivos utilizados en la formulación. Esta mezcla stock puede ser preparada directamente, ya sea a temperatura ambiente, ya sea para acelerar la mezcla calentando ligeramente. Es también posible disolver los diferentes tensoactivos en un solvente (alcohol y/o un solvente clorado, por ejemplo) para mezclarlos en buenas proporciones y evaporar luego el solvente a vacío para obtener la mezcla stock de tensoactivos. Este método permite también filtrar la solución para esterilizarla, si es necesario.
La mezcla stock puede ser conservada a -18ºC para una utilización ulterior.
Preparación de las fases lamelares que contienen el ADN
Se añade la cantidad de ADN para obtener la razón de masa lípido/ADN deseada a la mezcla seca y homogénea de los lípidos. Se hace la adición más simplemente añadiendo la solución acuosa de ADN según la cantidad deseada. Se mezcla el sistema y se deja en reposo para permitir su homogeneización. El tiempo necesario para alcanzar el equilibrio depende de la hidratación y del contenido en ADN del sistema (varios días como media). Se puede guardar luego la fase lamelar homogénea en obscuridad a -20ºC durante meses sin que pierda sus características y sin que haya degradación química de los constituyentes.
Preparación de las vesículas a partir de la fase L^{c}_{\alpha}
La dispersión de la fase lamelar en un tampón a la osmolaridad deseada da lugar a la fase de vesículas. Una agitación suave durante varias horas permite dispersar fácilmente las vesículas. La homogeneidad de la dispersión es controlada de manera puntual por microscopía de contraste de fases.
Si se quiere obtener una mayor homogeneidad de tamaño, se puede proceder también por cizallamiento de la fase estructurada entre dos láminas de vidrio limpias. El control del cizallamiento es realizado por microscopía óptica entre polarizadores cruzados.
En el caso de la fase L^{c}_{\alpha} que contiene el plásmido, la integridad del plásmido tras el cizallamiento y la dispersión fue verificada por electroforesis en gel de agarosa.
Medida de las presiones osmóticas
Se estimó la presión osmótica en el interior de las vesículas que contenían el ADN a partir de las medidas de la presión osmótica de las soluciones acuosas de ADN de 150 pb en un osmómetro clínico de tipo 13 DR-Autocal. La presión osmótica de la solución acuosa de ADN evoluciona de una forma no lineal con la concentración de ADN, comportamiento clásico para macromoléculas. Las estimaciones muestran que la presión osmótica de la fase L^{c}_{\alpha} a \rho = 2 y 50% de agua (en masa) es del orden de 500 miliosmomoles, lo que corresponde a una salinidad de aproximadamente 0,28 M. La presión osmótica de los diferentes tampones utilizados fue ajustada añadiendo NaCl y verificada por medición experimental.
Protección del ADN en las vesículas contra la acción de la ADNasa
Se incubaron vesículas que contenían ADN, así como ADN control no encapsulado, con ADNasa de tipo I en presencia de Mg^{2+}. La ADNasa de tipo I es una endonucleasa que cataliza la degradación de hebras sencillas y dobles de ADN y produce oligonucleótidos 5'-P terminales. Necesita la presencia de cationes divalentes para funcionar. La degradación por la ADNasa fue detenida a diferentes tiempos por adición de EDTA y el ADN fue analizado por electroforesis en gel. Incluso mucho tiempo después de haberse destruido por completo el ADN control, el ADN encapsulado no muestra ningún signo de degradación.
Difracción de rayos X
Para la difracción de rayos X, se transfieren las muestras a capilares de vidrio de 1 mm o a soportes planos (espesor transversal 1 mm) y se sellan. Los experimentos de difracción de rayos X fueron realizados en un generador con ánodo giratorio (Cu K\alpha \lambda=1,5405\ring{A}) o en un sincrotrón (\lambda=1,0A, línea de haz ID2, ESRF, Grenoble) con un detector 2D y distancias de muestra-detector variables (500 mm a 1.000 mm).
Después de la reagrupación, se obtuvieron las posiciones exactas de los picos, así como su intensidad, por parametraje gaussiano de los picos tras restar el fondo. En caso de obtener varios picos por fase, se determinaron las distancias de repetición, d, por un parametraje por los mínimos cuadrados de la pendiente de (h^{2} + k^{2} + l^{2})^{1/2} para los índices hkl (con l y k = 0 para una fase lamelar) en función de los espaciamientos recíprocos.
Se corrigieron las intensidades, correspondientes al cuadrado de factores de estructura, para el factor de Lorentz y se sometieron a la normalización de Blaurock. Se obtuvieron los signos de los factores de estructura por el método clásico del hinchamiento. Los perfiles de densidad electrónica de la fase L^{c}_{\alpha} fueron luego obtenidos por transformación de Fourier inversa de los factores de estructura (véase, por ejemplo: Franks, N.P. & Levine, W.R., 1981, en Membrane Spectroscopy (Springer Verlag, Heidelberg, 437-487).
Se hicieron experimentos de difracción de rayos X sobre fases lamelares que contenían entre un 25 y un 70% de agua (en masa), es decir, en la región de las fases concentradas, con \rho entre \infty y 1, y sobre mezclas PC/C12E4 y PC/monooleína (95:5 en masa). La elección del cotensoactivo no parece tener ninguna influencia sobre el diagrama de fases ternario del sistema ADN/lípido neutro/agua. Por en contrario, las distancias de repetición son ligeramente más importantes para los sistemas que contienen C12E4 y el límite de hinchamiento está ligeramente decalado hacia las concentraciones más altas de agua. El ADN utilizado para establecer el diagrama de fases está previamente tratado con ultrasonidos y tiene una longitud de aproximadamente 500\ring{A} (\cong 150 pb).
Ópticamente, se observa un exceso de agua para la fase lamelar a partir del 50% de agua. En el caso de las muestras que contienen ADN, se observa el exceso de agua entre el 55 y el 60% en función del contenido en ADN. La determinación parcial del diagrama de fases por difracción de los rayos X permite distinguir además tres regímenes: (i) las bajas concentraciones de ADN (gran \rho), donde las d son más bajas que la de la fase lamelar sin ADN (véase la Figura 1B); (ii) las concentraciones intermedias (\rho medio), donde se observa la coexistencia de dos fases lamelares en equilibrio (véase la Figura 1C), y (iii) las grandes concentraciones de ADN (\rho pequeño), donde se detecta una sola fase lamelar que tiene una d mayor que la de la fase lamelar en ausencia de ADN (véase la Figura 1D). La disminución de d de varios \ring{A} en el caso de bajo contenido en ADN (i) puede explicarse únicamente si se considera que al menos una parte del ADN no se incorpora a la fase lamelar e induce una deshidratación parcial de esta última. Para los valores medios de \rho (ii), la presencia de un bifásico lamelar-lamelar se parece a lo observado en el caso de los sistemas mixtos de tensoactivo/polímero/agua (Nallet, F. y col., 1994, J. Phys. II France, 4, 1477-1499). El ADN se encuentra esencialmente en la fase de gran d (aproximadamente 110 a 130\ring{A}) y la fase con baja d (alrededor de 50 \ring{A}) está desprovista de ADN y ligeramente deshidratada. Para \rho\leq6, (iii), la única fase lamelar presente se caracteriza por d aumentadas de 15 a 20\ring{A} con respecto a la fase lamelar en ausencia de ADN. Esto demuestra claramente que el ADN está confinado entre las lamelas lipídicas. Contrariamente al sistema lípido catiónico/ADN, el confinamiento aquí es estérico, ya que no hay interacciones electrostáticas.
Además de los picos de la fase lamelar, se observa un pico grande situado entre q \cong 0,15 y 0,2 en función de la composición de la fase lamelar (véase la inserción de la Figura 1D). Este pico no existe para muestras con \rho > 6 y se atribuyó a la correlación entre hebras de ADN, como se ha observado para los sistemas de lípidos catiónicos/ADN (J.O. Räder y col., Science, 275, p. 810, 1997; T. Salditt y col., Physical Review Letters, 79, p. 2582, 1997). La distancia entre hebras de ADN varía, en efecto, con \rho entre \approx30 y 42\ring{A} a hidratación constante. Estas distancias son características de una organización nemática del ADN en agua (Durand, D. y col., 1992, J. Phys. II France 2, 1769-1783). Tenemos, pues, una fase lamelar L^{c}_{\alpha} donde el ADN se intercala entre las bicapas esmécticas y se organiza en nemática-2D (véase también la Figura 1B). Se observa igualmente que la distancia entre hebras de ADN disminuye con la disminución de la hidratación a \rho constante. Esto es debido a la restricción del "wobbling" (de las oscilaciones) de las dobles hebras de ADN cuando disminuye el espacio intersticial.
También se realizó la difracción de rayos X sobre vesículas que contienen ADN encapsulado y dispersas en tampón. Para ello, se dispersaron las vesículas en un gran exceso de tampón y se concentraron después. Esta etapa de dilución, seguida de concentración, elimina la casi totalidad del ADN no encapsulado. En la Figura 4, se muestran resultados obtenidos con estas preparaciones. El perfil de difracción es característico de una fase lamelar y demuestra el carácter multilamelar de las vesículas. La distancia interlamelar d depende, como se espera, de la presión osmótica del tampón dispersante y aumenta de 15 a 20\ring{A} con respecto a las vesículas que no contienen ADN. Además, se detecta fácilmente la presencia de un pico de correlación entre hebras de ADN que se desplaza en función de la cantidad de ADN en las vesículas y en función de la presión osmótica del medio dispersante. Todo ello está en perfecto acuerdo con lo que se había visto para las fases concentradas y demuestra, pues, que la estructura en fase L^{c}_{\alpha} se conserva en las vesículas.
También se realizaron experimentos de difracción de rayos X con el fin de estudiar el paso de un medio dispersante hiperosmótico a un medio hipoosmótico sobre vesículas que contienen ADN (véase más adelante). En este caso, las vesículas fueron dispersadas en un gran exceso de solvente a 900 mOsm (hiperosmótico). Luego procedimos a un cambio del solvente pasando a 300 mOsm (medio fisiológico; hipoosmótico para la fase L^{c}_{\alpha}). Se constata que la estructura lamelar permanece intacta incluso tras el paso al medio hipoosmótico. La d pasa de aproximadamente 78\ring{A} a 900 mOsm a aproximadamente 88\ring{A} a 300 mOsm, es decir, que las d permanecen con mucho más grandes que en el caso de las vesículas que no contienen ADN (\cong63\ring{A}).
Se reconstruyeron además los perfiles de densidad electrónica de la fase L^{c}_{\alpha} a partir de las intensidades de los picos de Bragg de la distribución esméctica. El perfil presentado en la Figura 2A muestra un hombro de densidad electrónica importante a aproximadamente 40\ring{A} del centro de la bicapa lipídica y es coherente con la presencia de ADN en la parte acuosa de la fase lamelar.
Determinación de las tasas de encapsulación de ADN en las vesículas
La tasa de encapsulación fue determinada por espectrofluorimetría utilizando como fluoróforo el YOYO (\lambda_{ex} = 491 nm, \lambda_{em} = 509 nm). Salvo indicación en contrario, los resultados citados a continuación fueron obtenidos con el ADN tratado con ultrasonidos de \approx 150 pb.
Se mide el ADN no encapsulado por adición de YOYO a las dispersiones acuosas de las vesículas (I_{D}). El ADN total es medido después de la destrucción de las vesículas mediante Tritón (I_{T}). Se obtiene la tasa de encapsulación por: % = 100\cdot(I_{T}-I_{D})/(I_{T}-I_{0}), siendo I_{0} = intensidad del YOYO solo. Se obtiene la conversión en razón de masas lípido/ADN encapsulado por: \rho* = 100\cdot\rho/tasa de encapsulación.
Se realizaron mediciones de la tasa de encapsulación de ADN en las vesículas en función de la presión osmótica del tampón. Para ello, se prepararon las vesículas a partir de una fase L^{c}_{\alpha} a \rho = 2 y a un 55% de hidratación. Se estimó que la presión osmótica en el interior de las vesículas era del orden de 500 mOsm. En la Figura 3, se ve que la tasa de encapsulación aumenta progresivamente hasta presiones osmóticas de aproximadamente 600 mOsm y permanece constante para presiones osmóticas mayores, lo que demuestra la importancia de la presión osmótica para la optimización de la tasa de encapsulación. Estos resultados sugieren igualmente que la presión osmótica en el interior de las vesículas es probablemente ligeramente superior a las estimaciones obtenidas a partir de las soluciones acuosas de ADN. Ello es probablemente debido a la presencia de sales en el fosfolípido de origen natural.
Se observará, no obstante, que el óptimo de tasa de encapsulación del ADN se sitúa a presiones osmóticas superiores a las del medio fisiológico (300 mOsm). Estudiamos, pues, luego la dilución de las vesículas (fase L^{c}_{\alpha}: \rho = 2, 55% de agua) preparadas en un medio hiperosmótico (900 mOsm), en un medio a 300 mOsm e hipoosmótico par ala fase L^{c}_{\alpha}. En este caso, se observa que, de un modo totalmente sorprendente, la tasa de encapsulación no desciende a la de las vesículas preparadas a 300 mOsm, sino que permanece idéntica a la obtenida a 900 mOsm. Es, pues, posible preparar vesículas que contienen ADN a gran presión osmótica y diluirlas en un medio fisiológico en el momento de la aplicación sin que haya pérdida del ADN encapsulado.
El estudio de la estabilidad de estos vectores de ADN en función del tiempo muestra que se obtiene la mejor estabilidad en un medio hiperosmótico, donde no se observa más que una ligera bajada de la razón de encapsulación de un \cong70 a un \cong60% en el curso de 30 días.
Para el estudio de la optimización en función de la composición de la fase L^{c}_{\alpha} que sirve para la fabricación de las vesículas, se prepararon los vectores en un tampón hiperosmótico y se midió la tasa de encapsulación tras su dilución en un tampón fisiológico.
Haciendo variar el contenido en agua de la fase L^{c}_{\alpha} entre el 40 y el 70% a \rho constante e igual a 2, se ve un máximo de tasa de encapsulación a una hidratación correspondiente al límite de hinchamiento de la fase L^{c}_{\alpha} (55% de agua). Para las hidrataciones por encima del 55%, la disminución de la encapsulación se explica por el hecho de que el ADN, soluble en el solvente, se reparte entre la fase L^{c}_{\alpha} y el exceso de solvente y está, pues, cada vez menos presente en el interior de la fase L^{c}_{\alpha}. Por debajo del 55%, la disminución de la tasa de encapsulación cuando la hidratación baja resulta probablemente de la débil hidratación y del aumento de la viscosidad que han obstaculizado la obtención de las vesículas.
Conservando una razón de hidratación del 50%, que corresponde a una encapsulación máxima, estudiamos la influencia del \rho de la fase L^{c}_{\alpha} sobre la tasa de encapsulación. Los resultados muestran que, de un modo general, la encapsulación resulta facilitada por la abundancia de lípidos (70% para \rho = 4 contra un 45% para \rho = 1). Es, no obstante, importante darse cuenta de que este resultado en % de ADN encapsulado no da ninguna indicación sobre la evolución de la cantidad de ADN encapsulada. Los resultados convertidos en razón de masas lípido/ADN encapsulado, \rho*, están representados en la Figura 5, donde se ve que, para \rho = 4, a pesar de una tasa de encapsulación elevada (70%), la cantidad total de ADN en las vesículas es inferior a la encapsulada para \rho = 1. En cuanto a la optimización de la encapsulación, aparecen, pues, dos puntos de vista: (i) o bien se introduce una gran cantidad de ADN (\rho baja), y la cantidad encapsulada es elevada, pero se observa también mucho ADN en el medio exterior; (ii) o bien se introduce una pequeña cantidad de ADN (\rho elevada), que estará en su mayor parte encapsulada, pero se tendrá globalmente menos ADN en las vesículas.
La influencia de la \rho de la fase lamelar fue también estudiada para las vesículas que contenían plásmido. En este caso, las tasas de encapsulación permanecen aproximadamente constantes a alrededor del 40% entre \rho = 4 y 2, es decir, más bajas que para el ADN corto. La conversión en \rho* en función de \rho muestra, sin embargo, que los dos sistemas evolucionan de un modo comparable (véase la Figura 5). Este resultado permite extrapolar al plásmido las conclusiones obtenidas a partir del sistema que contiene el ADN a 150 p.b.

Claims (13)

1. Fase mixta estructurada formada por incorporación de macromoléculas biológicas dispuestas según una estructura cristal-líquido en una fase cristal-líquido de anfífilos, caracterizada por estar presente dicha macromolécula biológica en dicha fase mixta estructurada a razón de al menos un 5% en peso con respecto a los compuestos anfífilos que constituyen dicha fase cristal-líquido y por presentar una al menos de las dos entidades constituidas por la macromolécula biológica por una parte, y el conjunto de los compuestos anfífilos por otra parte, un carácter no cargado.
2. Fase mixta estructurada según la reivindicación 1, caracterizada por el hecho de que dicha fase cristal-líquido de anfífilos es una fase cristal-líquido lamelar.
3. Fase mixta estructurada según la reivindicación 2, caracterizada por presentar dicha macromolécula biológica un radio de giro superior a la distancia entre las lamelas anfífilas de dicha fase cristal-líquido.
4. Fase mixta estructurada según una de las reivindicaciones 1 a 3, caracterizada por seleccionar dicha macromolécula biológica entre el grupo constituido por polinucleótidos, proteínas y polisacáridos.
5. Fase mixta estructurada según una de las reivindicaciones 1 a 4, caracterizada por el hecho de que dicha macromolécula es un polinucleótido, preferiblemente ADN o ARN.
6. Fase mixta estructurada según una de las reivindicaciones 1 a 5, caracterizada por seleccionar dichos compuestos anfífilos constituyentes de la fase estructurada de anfífilos entre el grupo constituido por:
\blacklozenge
glicerolípidos, en particular glicerolípidos fosfolipídicos, hidrogenados o no;
\blacklozenge
ácidos grasos C_{6} a C_{30}, saturados o mono- o polinsaturados, lineales o ramificados, etoxilados o no, en forma de ácido o de sal de un metal alcalino o alcalinotérreo o de una amina;
\blacklozenge
ésteres etoxilados o no de sacarosa, o de sorbitol, o de manitol, o de glicerol, o de poliglicerol que contienen de 2 a 20 unidades de glicerol o de glicol de estos mismos ácidos grasos;
\blacklozenge
mono-, di- o triglicéridos o mezclas de glicéridos de estos mismos ácidos grasos;
\blacklozenge
alcoholes grasos C_{6} a C_{30}, saturados o mono- o poliinsaturados, lineales o ramificados, etoxilados o no;
\blacklozenge
colesterol y sus derivados, en particular los ésteres de colesterol cargados o neutros, como el sulfato de colesterol;
\blacklozenge
otros derivados con esqueleto de esterol, en particular los de origen vegetal, tales como el sitosterol o el sigmasterol;
\blacklozenge
éteres, etoxilados o no, de sacarosa, o de sorbitol, o de manitol, o de glicerol, o de poliglicerol que contienen de 2 a 20 unidades de glicerol o de glicol y de estos mismos alcoholes grasos;
\blacklozenge
aceites vegetales polietoxilados, hidrogenados o no hidrogenados;
\blacklozenge
polímeros secuenciados de polioxietileno y de polioxipropileno (poloxámeros);
\blacklozenge
hidroxiestearato de polietilenglicol;
\blacklozenge
esfingolípidos y derivados de la esfingosina;
\blacklozenge
polialquilglucósidos;
\blacklozenge
ceramidas;
\blacklozenge
copolímeros de polietilenglicol y de alquilglicol, y
\blacklozenge
copolímeros de di- o tribloques de éteres de polietilenglicol y de polialquilenglicol.
7. Fase mixta estructurada según una de las reivindicaciones 1 a 6, caracterizada por contener además al menos un aditivo destinado a conferir propiedades específicas, por ejemplo un aditivo destinado a conferir una propiedad de adhesión de superficie a dicha fase mixta estructurada.
8. Fase mixta estructurada según la reivindicación 7, caracterizada por ser dicho aditivo un tensoactivo o un polímero.
9. Procedimiento de preparación de una fase mixta estructurada según una de las reivindicaciones 1 a 8, caracterizada por consistir en las siguientes etapas:
-
preparación de una mezcla homogénea que contiene los compuestos anfífilos y la macromolécula, estando presente dicha macromolécula en proporciones ponderales de al menos un 5% con respecto a dichos compuestos anfífilos;
-
incorporación de una cantidad de medio acuoso o polar adecuada para formar una fase cristal-líquido de anfífilos con dichos compuestos anfífilos.
10. Procedimiento de preparación de vesículas, caracterizado por incluir una etapa de dispersión de una fase mixta estructurada tal como se ha definido en una de las reivindicaciones 1 a 8 u obtenida según el procedimiento de la reivindicación 9.
11. Vesículas susceptibles de ser obtenidas por dispersión de una fase mixta estructurada tal como se ha definido en una de las reivindicaciones 1 a 8 u obtenida según el procedimiento de la reivindicación 9.
12. Dispersión de vesículas según la reivindicación 11, caracterizada por el hecho de que el medio en el que se hallan dispersas dichas vesículas presenta una osmolaridad diferente de la del medio interno de la fase mixta estructurada de anfífilos.
13. Procedimiento de preparación de una dispersión según la reivindicación 12, caracterizado por consistir en las siguientes etapas:
-
dispersión en un medio de la misma osmolaridad que el medio interno y
-
modificación de la osmolaridad del medio externo por adición de sal o de agua o por diálisis, con el fin de alcanzar la osmolaridad deseada.
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